Dolor lumbar y clases de core en los centros deportivos

Ejercicio físico como tratamiento del dolor

Las guías europeas de tratamiento del dolor lumbar no específico (1), recomiendan ejercicio supervisado como el tratamiento principal, pero no indican cual es el mejor, ya que sinceramente, no lo sabemos. No obstante, mientras los investigadores intentan añadir algo de luz sobre cómo y cuánto ejercicio hacer, remarcamos que el simple hecho de empezar a entrenar, es un paso importante. Así, la labor que cumplen los centros deportivos y la industria del fitness como precursores de la actividad física es vital.

Ahora bien, volviendo al planteamiento inicial, creemos en la necesidad de esa píldora de ejercicio que el médico debe poner en su receta. No obstante, como cualquier medicamento, este necesita una dosis exacta y esto, no es tan sencillo. No basta con limitarse a decir:

– “Ande o vaya a cualquier clase dirigida en un centro deportivo”.

Hay que profundizar más, intentar llegar en la medida de lo posible a la auténtica especialización y eso requiere esfuerzo, crítica y un continuo ensayo.

Concepto de core

Por eso, cuando encontramos tendencias cuyos nombre van más allá del conocimiento que tenemos sobre el mismo, como es el caso del CORE, entramos en un estado de sospecha y prudencia. Vemos que hoy en día se ha puesto en boca de todos el trabajo del core con clases específicas para ello. Pero… ¿Cuántas veces nos hemos paramos a conocer que expresa dicho término y cuál es la influencia real del trabajo que proponemos?

Cierto es que existe un gran debate sobre la precisión terminológica del mismo, pero esto no debe ser excusa para no profundizar en ello. Si hacemos mención al componente anatómico del CORE, la definición dada por Behm y colaboradores (2) puede ser válida. Este lo define como:

“El esqueleto axial (incluyendo desde la cintura pélvica a la cintura escapular) y todos los tejidos blandos (cartílago articular, fibrocartílago, ligamentos, tendones, músculos y fascia) con origen proximal en este, e inserción en el esqueleto axial o apendicular”.

Ahora bien, como el ser humano necesita concretizar para obtener conclusiones, aportaremos la definición de Faries (3):

“Algunos de los principales músculos del CORE con origen proximal adjuntos en la región lumbosacra del esqueleto axial incluyen: multífido, erectores de la columna, cuadrado lumbar, oblicuo externo, oblicuo interno, recto abdominal, transverso del abdomen (TrA), psoas mayor, el suelo pélvico y el diafragma”.

Si consideramos estas definiciones a nivel anatómico, seguramente nuestra comprensión del CORE estaría incompleta, ya que probablemente la musculatura implicada a nivel fascial será mayor, a la vez que de poco sirve el conocimiento anatómico aislado, sin dotarlo de una utilidad. En esta línea es donde consideramos que nacen los términos CORE STABILITY y CORE STRENGTH. Hablemos del primero:

Citando a Héctor García, haremos mención a este término como: “un concepto funcional y no como una entidad anatómica. Donde el fin debe ser la estabilidad del raquis, en un equilibrio dinámico, que permita la ejecución de diferentes gestos dinámicos o mantenidos en el tiempo tanto a nivel distal como proximal de las extremidades inferiores, superiores o del propio tronco y que vienen marcados por la necesidad de la tarea que ejecuta el individuo”.

Es por ello, que consideramos que las vías de trabajo deben ir desde aplicar el ejercicio compensatorio en función de las necesidades de cada sujeto, hasta la modificación de patrones motores y hábitos posturales. Por eso, no solo debemos centrarnos en el trabajo basado en la movilidad sino también en la mejora de la postura estática mantenida en el tiempo consecuencia de las demandas individuales. Siempre y cuando entendamos la postura como nos indica Chicharro y colaboradores: “la postura no es el mantenimiento rígido de la posición erguida, sino la disposición armónica y flexible de los distintos grupos musculares agonistas, antagonistas y sinérgicos que se disponen alrededor de cada articulación”.

En base a esto, debemos saber que no existe una musculatura predominante sobre otras, sino que el correcto trabajo sincronizado y compensado de la totalidad del CORE es lo que nos puede conducir hacia una mejora del dolor lumbar, y remarcamos aquello de “nos puede conducir”, ya que este tipo de dolor es un proceso multifactorial en el que influyen muchas otras cosas sobre las que no tenemos control ninguno.

Pilates y dolor lumbar

Volviendo de nuevo a la razón de este post, ¿Qué ejercicio hago y por qué?, solemos encontrarnos con el pensamiento de que la práctica del Pilates es el remedio para los dolores de espalda y basándonos en las últimas revisiones (4), es más que atrevido afirmar esto. Es más, el Pilates, no ha demostrado superioridad respecto a ninguna otra forma de ejercicio.  Ahora bien, tampoco podemos decir que no nos pueda aportar nada.

Si nos paramos a ojear los estudios realizados, vemos que el transverso abdominal es un músculo que ha recibido un interés enorme en los últimos años, ya sea por la tradición del Pilates (uno de los principios es enseñar a los individuos a aislar el TrA del resto de los músculos abdominales) o por los estudios de Hodges y Richardson (5), los cuales concluyeron que durante los movimientos rápidos de brazos y piernas en los pacientes con dolor lumbar, se producía un retraso en el tiempo de activación del TrA respecto a sujetos asintomáticos, lo que colocó en el ojo del huracán a este músculo.

En esta línea, son muchos los estudios que observan que aquellos con dolor lumbar tienen un retraso en la activación de músculos estabilizadores locales (unidad interna) tales como multífido y transverso profundo del abdomen (6). Además, suelen ser más pequeños, alg que genera compensaciones con los estabilizadores globales (unidad externa) creando rigidez. Pero como indica McGill, es dudoso y valiente decir que hay un grupo de músculos que operan y son reclutados independientemente de otro durante las actividades cotidianas o deportivas (7), a la vez que consideramos muy injusto encumbrar al TrA como principal o único sospechoso del dolor lumbar. Una cosa es la clasificación anatómica y otra la clasificación funcional.

Para activar específicamente ciertos músculos del CORE durante el movimiento funcional del individuo, se tendrían que anular los patrones naturales de la activación muscular del tronco,  esto sería poco práctico, casi imposible y potencialmente peligroso (8) ¿De qué nos sirve sentir cada parte del cuerpo si después no sabemos movernos? El
fin de todo ejercicio debe ser la integración y el trabajo de las diferentes cadenas musculares en una correcta sinergia.

Si prestamos atención a acciones tan usuales como la marcha y el mantenimiento de la postura de pie, los músculos del tronco están mínimamente activados. Estos bajos niveles de activación nos llevan a la pregunta, ¿Por qué se prescriben tantos ejercicios de fuerza aislados buscando la máxima activación de un solo músculo, cuando necesitamos que todos se contraigan de manera sinérgica y en su justa medida? Quizá el problema no sea tanto de cantidad y fuerza, sino de calidad. Una persona tendría que perder bastante masa muscular en el tronco antes de desestabilizar la columna vertebral (9), así que puede el resto de factores implicados en la ecuación más allá del tejido muscular, tengan bastante peso también.

Esto nos hace pensar que un pobre control motor del CORE sea responsable de las deficiencias en el mismo, más allá de una incapacidad para generar un alto nivel de activación muscular.  Por eso, consideramos que es necesario seguir estudiando en esta línea para poder conocer en mayor medida la funcionalidad de cada musculatura dentro del concepto CORE Stability No obstante, esto no puede ser excusa para no intentar fundamentar lo que hacemos durante nuestras sesiones, ya sean individuales o en clases colectivas.

El factor educativo y la individualización en función de cada usuario es fundamental y esto es posible en mayor medida si el conocimiento del técnico es amplio y actual. Por eso, apostamos por unas salas fitness de calidad como eje central de cualquier centro y un asesoramiento deportivo real donde el usuario conozca de primera mano que debe hacer o al menos se oriente.

Después, que se trabaje con pilates, yoga, clases de core, bodypump o cualquiera de la infinidad de ofertas que hay vendría a ser «indiferente»; porque en definitiva y esto es muy importante, hay que conseguir que la gente haga ejercicio. Trabajamos con la salud y necesitamos que la población se mueva, por eso, cualquier vía para lograrlo, bien hecha y fundamentada en base a la evidencia es lícita. Por ende, no desmarcamos unas actividades sobre otras, sino que relacionamos el éxito de las mismas, en relación a los conocimientos y la aplicación que haga de los mismos el técnico que los imparte. Es decir, no hay mejor marketing para una actividad que un técnico bien formado y con capacidad de adaptar el estímulo a las necesidades de cada uno de los clientes. Otra cosa, es que la actividad sea una coreografía pautada en la que hasta el discurso está pactado, entonces, en vez de a los manuales de anatomía, el técnico tenga que recurrir a los de interpretación.

Dicho esto, la formación continua debe ser el camino de todo personal que se dedique al trabajo relacionado con la gestión de la actividad física. El resto de condicionantes, tales como el ratio de clientes por actividad debe ser valorado por las propias empresas, sabiendo que dicha relación condicionará la calidad del servicio en todo momento, pero como estos no dependen de nosotros mismos en la mayoría de los casos…

¡Vamos a aplicar lo que conocemos, aunque primero, empecemos por querer conocer!

Referencias Bibliográficas:

  1. Airaksinen O, Brox JI, Cedraschi C, Hildebrandt J, Klaber-Moffett J, Kovacs F, et al. Chapter 4. European guidelines for the management of chronic nonspecific low back pain. European spine journal : oficial publication of the European Spine Society, the European Spinal Deformity Society, and the European Section of the Cervical Spine Research Society. 2006 Mar;15 Suppl 2:S192-300. PubMed PMID: 16550448. Pubmed Central PMCID: PMC3454542. Epub 2006/03/22. eng.
  2. Behm DG, Drinkwater EJ, Willardson JM, Cowley PM. The use of instability to train the core musculature. Appl Physiol Nutr Metab. 2010 Feb;35(1):91-108. PubMed PMID: WOS:000274350100012. English.
  3. Faries MD, Greenwood M. Core training: Stabilizing the confusion. Strength Cond J. 2007 Apr;29(2):10-25. PubMed PMID: WOS:000246131300001. English.
  4. Yamato TP, Maher CG, Saragiotto BT, Hancock MJ, Ostelo RW, Cabral CM, et al. Pilates for low back pain. The Cochrane database of systematic reviews. 2015 Jul 2;7:CD010265. PubMed PMID: 26133923. Epub 2015/07/03. Eng.
  5. Hodges P, Richardson C, Jull G. Evaluation of the relationship between laboratory and clinical tests of transversus abdominis function. Physiotherapy research international : the journal for researchers and clinicians in physical therapy. 1996;1(1):30-40. PubMed PMID: 9238721. Epub 1996/01/01. eng.
  6. Rackwitz B, de Bie R, Limm H, von Garnier K, Ewert T, Stucki G. Segmental stabilizing exercises and low back pain. What is the evidence? A systematic review of randomized controlled trials. Clinical rehabilitation. 2006 Jul;20(7):553-67. PubMed PMID: 16894798. Epub 2006/08/10. eng.
  7. McGill SM, Grenier S, Kavcic N, Cholewicki J. Coordination of muscle activity to assure stability of the lumbar spine. Journal of electromyography and kinesiology : official journal of the International Society of Electrophysiological Kinesiology. 2003
    Aug;13(4):353-9. PubMed PMID: 12832165. Epub 2003/07/02. eng.
  8. Brown SH, Vera-Garcia FJ, McGill SM. Effects of abdominal muscle coactivation on the externally preloaded trunk: variations in motor control and its effect on spine stability. Spine. 2006 Jun 1;31(13):E387-93. PubMed PMID: 16741438. Epub 2006/06/03. eng.
  9. Lederman E. The myth of core stability. J Bodyw Mov Ther. 2010 Jan;14(1):84-98. PubMed PMID: 20006294. Epub 2009/12/17. eng.

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