Multífido y dolor lumbar, ¿Qué relación existe?

Sabemos que es necesaria la participación coordinada de toda la musculatura que forma el core y que no podemos ser reduccionistas y encumbrar a ciertos músculos como los responsables del dolor lumbar ya que es un proceso multifactorial. Aun así,  consideramos que podría ser apropiado tener en cuenta el tamaño y funcionamiento de algunos músculos de manera puntual y concreta.

Por eso, vamos a hablar del multífido, un músculo que ha sido objeto de estudio habitualmente y del que pasamos a contar algunas cosas.

¿Qué características reúne el multífido para adquirir cierta relevancia?

Si atendemos a Sahrmann [1],  podemos señalar que se origina en la superficie dorsal del sacro, el ligamento sacrotuberoso, la aponeurosis de erector de la columna, la espina iliaca posterosuperior y los ligamentos sacroilíacos posteriores. Discurre en sentido superior y medial,  insertándose en las apófisis espinosas de las vértebras sacras y lumbares.  Su inserción, le proporciona un brazo de palanca mayor que el de los erectores de la columna. Su acción más importante, es el control de la flexión y del cizallamiento anterior de la columna durante la inclinación anterior vía contracción excéntrica, ejerciendo una fuerza de compresión sobre la columna lumbar y contribuyendo a la estabilidad de ella (figura 1).

Figura 1: Imagen del multífido obtenida
del Software Anatomy TV.

¿Qué relación guarda este músculo con el dolor lumbar?

Si nos planteamos la cuestión de que fue primero, el huevo o la gallina, es decir, me duele la espalda porque el multifido no desempeña su labor correctamente (ya sea por motivos de inhibición o por atrofia muscular) o el multifido deja de trabajar de manera idónea como consecuencia del dolor de espalda, tenemos una situación difícil de responder.

En este caso, dar una respuesta certera se escapa a nuestro conocimiento, ya que si entendemos el dolor de espalda como un proceso multifactorial podemos volver a caer en el error de ser reduccionista y como hemos dicho anteriormente, creemos que es muy osado realizar tal afirmación, al menos desde nuestro conocimiento actual. No obstante, veamos que nos dicen los estudios.

Análisis de la literatura

La inhibición es consecuencia del dolor y tiende a continuar incluso después de que el dolor haya remitido, probablemente contribuyendo a la alta tasa de recurrencia del dolor lumbar [2].

Indahl y colaboradores, señalaron que la atrofia del multifido en pacientes con dolor de espalda, es probablemente el resultado de una disfunción, más que la consecuencia propia del desuso de esta musculatura [3].

La atrofia no se produce de forma general, sino que se localiza en la sección donde se focaliza el dolor, como nos indica Hides y colaboradores [4], los cuales compararon un grupo con dolor lumbar crónico y un grupo control, hallando diferencias en el tamaño del multífido al nivel de L4-L5, a la vez que niveles de asimetría en aquellos sujetos que presentaban procesos dolorosos unilaterales.

Por otro lado, si atendemos a la atrofia muscular que se produce tras una lesión de espalda, encontramos un fenómeno que debería preocuparnos como entrenadores personales. Esta es la infiltración de grasa que se produce en la musculatura tras el proceso lesivo [5]. Como se puede observar en la figura 2, la grasa infiltrada está representada con las líneas blancas.

Figura 2: Atrofia muscular moderda
del multifidus, por Kader et al [5]. Criterios de clasificación (más de 10% pero inferior
al 50% del área transversal del músculo reemplazado por grasa)

Como consecuencias de estas modificaciones estructurales en el multífido, podemos indicar que la aparición de un proceso doloroso lumbar, conllevará una falta de acondicionamiento de esta musculatura de forma localizada, lo que provoca una reducción de la capacidad de estabilización de la zona neutra y como consecuencia de ello, tal y como nos indica Freeman y colaboradores; la disminución de la funcionalidad probablemente implique un dolor lumbar recurrente [2]. En tal caso, sería necesario un programa específico para recuperar dicha masa muscular [1] y que nos lleva a la siguiente cuestión.

¿En qué se debe basar un programa de entrenamiento?

Para ello, nos centraremos en la revisión publicada recientemente por Pillastrini y colaboradores [6], donde se nos presentan diferentes estudios. En el primero de ellos, llevado a cabo por Danneels y colaboradores [7], se establecieron tres programas de entrenamiento de 10 semanas en una población con pacientes con dolor lumbar.

El primero grupo, estaba basado en ejercicios de estabilización. El segundo grupo, hacía también ejercicios de estabilización pero los combinaba con un entrenamiento dinámico. El tercer grupo,  añadía a los ejercicios del segundo, una fase estática entre la fase concéntrica y la excéntrica.

El estudio encontró diferencias significativas en el tercer grupo, lo que sugiere que el mantenimiento de posturas estáticas entre las fases concéntrica y excéntrica es esencial para inducir una hipertrofia muscular.

En segundo lugar se presenta un estudio realizado por Akbari [8], donde se comparó un protocolo de entrenamiento de ocho semanas basado en el control motor versus un protocolo de trabajo de ejercicio en general. Este encontró diferencias significativas en la reducción del dolor, aunque no significativas en el incremento del aumento de la sección transversal en el programa basado en el control motor respecto al ejercicio en general.

En base a ello y basándonos exclusivamente en estos datos, creemos que una posible receta para la recuperación tras un episodio de dolor lumbar, sería la aplicación de un programa de entrenamiento basado en un trabajo de control motor y donde se ponga el foco en el mantenimiento de posiciones estáticas entre las fases concéntricas y excéntrica.

Referencias:

  1. Sahrmann S. Diagnóstico y tratamiento de alteraciones del movimiento. Badalona: Paidotribo; 2005.
  2. Freeman MD, Woodham MA, Woodham AW. TheRole of the Lumbar Multifidus in Chronic Low Back Pain: A Review. Pm&R. 2010 Feb;2(2):142-6. PubMed PMID: WOS:000208361100 09. English.
  3. Indahl A, Kaigle AM, Reikeras O, Holm SH. Interaction between the porcine lumbar intervertebral disc, zygapophysial joints, and paraspinal muscles. Spine (Phila Pa 1976). 1997 Dec 15;22(24):2834-40. PubMed PMID: 9431619. Epub 1998/02/12. eng.
  4. Hides J, Gilmore C, Stanton W, BohlscheidE. Multifidus size and symmetry among chronic LBP and healthy asymptomatic subjects. Manual therapy. 2008 Feb;13(1):43-9. PubMed PMID: 17070721. Epub 2006/10/31. eng.
  5. Kader DF, Wardlaw D, Smith FW. Correlation between the MRI changes in the lumbar multifidus muscles and leg pain. Clinical Radiology. 2000 Feb;55(2):145-9. PubMed PMID: WOS:000088995800010.
  6. Pillastrini P, Ferrari S, Rattin S, Cupello A, Villafane JH, Vanti C. Exercise and tropism of the multifidus muscle in low back pain: a short review. Journal of physical therapy science. 2015 Mar;27(3):943-5. PubMed PMID: WOS:000352486600089.
  7. Danneels LA, Vanderstraeten GG, Cambier DC, Witrouw EE, De Cuyper HJ. CT imaging of trunk muscles in chronic low back pain
    patients and healthy control subjects. Eur Spine J. 2000 Aug;9(4):266-72. PubMed PMID: WOS:000089201600002. English.
  8. Akbari A, Khorashadizadeh S, Abdi G. The effect of motor control exercise versus general exercise on lumbar local stabilizing muscles thickness: Randomized controlled trial of patients with chronic low back pain. Journal of Back and Musculoskeletal Rehabilitation. 2008 2008;21(2):105-12. PubMed PMID: WOS:00025803870 006.

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