NO OLVIDES LAS GRASAS EN TU DIETA

Una ingesta insuficiente de grasas en personas sanas supone un
problema.
Las dietas muy bajas en grasa, como las que a veces se prescriben
a pacientes con enfermedad coronaria grave, no son recomendables para personas
sanas y activas. De hecho reducir la
grasa de la dieta a un 10% o menos de la ingesta total de calorías puede
empeorar los perfiles de lipemia.
Adicionalmente, las dietas con menos de un 15% de grasa pueden reducir la producción de
testosterona
, lo cual aminora el metabolismo y el desarrollo muscular. La
American Heart Association así como el subcomité sobre nutrición de las
naciones unidas han reconocido el riesgo de una ingesta inadecuada de grasas y
recomiendan que las grasas aporten al menos un 15% del total de calorías en la
dieta de los adultos, y al menos un 20% en las dietas de las mujeres en edad
fértil.
Hoy en día se tiende a tener “fobia
a la grasa” y hace que mucha gente lleve a suprimir la carne y los productos
lácteos, lo cual a su vez incrementa el riesgo de un déficit de proteínas,
calcio, hierro y zinc. Esto no quiere
decir que la dieta deba ser alta en grasas, hay que proponer una dieta moderada
en grasas, porque una dieta sin estas puede ser peligrosa.
Por supuesto, es el consumo
excesivo el que ha llamado la atención en la sociedad en los últimos años, y
especialmente la relación entre la cantidad y el tipo de grasas en nuestra dieta
y las enfermedades cardiovasculares. Los niveles altos de colesterol o los
ratios favorables de lipoproteínas se asocian con un mayor riesgo de enfermedad
coronaria. Una dieta baja en grasa, específicamente baja en grasas saturadas,
puede reducir el colesterol total de las personas. Así pues las recomendaciones
en la ingesta de grasas que proponen la mayoría de organizaciones sanitarias
serían las siguientes:
La grasa debe de aportar el 30% o menos del total de las calorías
consumidas diariamente. Se recomienda que el 20% del total de calorías (o dos
tercios del total de la ingesta de grasa) proceda de grasas monoinsaturadas y
polinsaturadas, y que un 10% proceda de grasas saturadas (un tercio del total
de la ingesta de grasas).
Las pautas para las personas físicamente activas son más elevadas
que las pautas para estándar. Los estudios demuestran que durante periodos de
entrenamiento aeróbico de fondo a gran intensidad, el aumento de las grasas
hasta un 50% de las calorías no afecta a los lípidos plasmáticos. El consumo de
dietas ricas en grasa (38% de las calorías) en presencia de una ingesta
adecuada de hidratos de carbono ha demostrado que mejora el rendimiento en
corredores bien entrenados.
A raíz del diferente metabolismo
de las grasas en cada persona, el
subcomité de nutrición de Naciones Unidad recomienda un techo límite en la
ingesta de grasas del 35% del total de calorías en personas físicamente
activas.
Así que no hay que tener miedo a consumir grasas con moderación, especialmente
las insaturadas, como pueden ser los frutos secos, el aguacate o nuestro
preciado aceite de oliva.

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